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La cruzada

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Elucubraciones aparentemente sombrías que se me ocurren cuando voy por la carretera. He vuelto a verlos después de largos años en otro país. Algunos envejecieron y otros están casi igual de pibes que cuando me fui, pero con canas. La mayoría formó su propia familia, otros todavía deambulan por los recovecos de hielo que les dejó el recuerdo indeleble de la guerra, y otros simplemente sobreviven trabajando "en lo que sea", o fijos en un puesto de empleado público que les asegura el pan. La estabilidad, no. No hay nada que asegure la estabilidad… de nada. Somos todos de la misma quinta. De la quinta infértil de una escaramuza que, dicen, pudo acabar con una dictadura. La sangre del cordero derramado que sirvió para tal fin fue la de ellos. La otra, la del holocausto de número consolidado que asciende a 30.000, sólo llegaría a conocerse después. Los primeros regresaron a casa con un dignóstico base tatuado en la mirada ansiolítica, y una verborrea en clave morse qu

Lilith

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Cuenta la leyenda que Eva fue creada de la costilla de Adán y que, desobedeciendo la orden de Yavé, arrancó la manzana prohibida, la mordió, y se la ofreció a su pareja, que también mordió, con lo cual los dos fueron privados para siempre de sus eternas vacaciones en el Paraíso. La leyenda cristiana en su versión catequista se atreve a afirmar que Adán y Eva iban cubiertos de hojas de parra y que, una vez mordida la manzana, perdieron toda su inocencia y ya nunca más volvieron a vivir como hermano y hermana, sino como hombre y mujer. A Eva se la sentenció a parir sus hijos con dolor, a cocinar para toda su progenie y a fregar la ropa por el resto de su vida-un destino que recayó sobre todas sus hijas hasta mediados del siglo XX- y Adán tuvo que buscarse las lentejas con el sudor de tu frente a fin de dar de comer a la prole y construir un refugio para toda su familia. Sin embargo, poco se ha hablado de Lilith, y es injusto porque fue la primera mujer de Adán y también la únic

Ni aunque te mate

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Siempre te creiste la niña bonita. Ya de piba te gustaba que te miraran y andabas loca por los pibes más grandes, a los que provocabas dejándote crecer el pelo hasta la cola para echárselo en la cara cuando te vieran pasar. Ahí va la morocha, con su minifalda mítica. Trece años que parecían como quince. A los doce te encerraste en el baño frente al espejo que rompió tu papá cuando supo que tu mamá iba a dejarlo, y te probaste la ropa que ella nunca se llevó. Ajustaste todas sus polleras a la curva de tu cintura y las hiciste coser por la modista, que te cobró un ojo de la cara porque tenían que parecerse a los modelos de marca que venden en el centro. La plata se la robaste a tu papá y con gusto, que se joda por haberle pegado... Después te las pusiste para ir al colegio y empezaste a practicar el paso. Te matabas haciendo la gimnasia que sirve para sacar la cola, y como no tenías plata para las mancuernas, agarraste los libros de mate y comenzaste a entrenar en casa, viendo la t

Volver

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El tango Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor, cantaba Gardel. El error del santo ha sido afirmar que volvía con la frente marchita. El verso acabaría imponiéndose a varias generaciones de argentinos como paradigma de la experiencia migracional. El tango hereda la morriña, el dolor de la partida forzosa, no la aventura. En él, volver viene a ser tan doloroso como marcharse. El tango evoca la experiencia del viaje como herida, no como hazaña. A nadie se le ocurriría negar la legitimidad de esa herida -que hace de Volver un testimonio con emblema-, y aunque en ninguna parte se mencione que esa herida pueda convertirse en aventura de conocimiento, tal posibilidad quedará rubricada en un verso que parece apuntar a la noche oscura del alma: tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenen mi soñar. Siempre me fascinará el poder que tienen las palabras. No hay presagio alguno en el verso del tango, tan solo la experiencia única e intransferib

La víctima feliz

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Post escrito en 2007, desde Madrid, y nunca publicado hasta hoy. Recuerdo bien mi cuarto o quinto paseo como víctima feliz por una gran superfície (un mall a la europea) si es que lo era. Puede que fuese el H&M de Madonna o el Zara, no estoy segura. Estaba eligiendo un jersey -una monada de ésas completamente inútiles que dan la impresión de abrigar, pero que sólo adornan- cuando me entró la náusea. Náusea con vahído, y la sacudida de la desrealización. Nunca había experimentado algo así, y me asusté. Pero hablemos de la víctima feliz. Contradictoria definición, ¿verdad?, una víctima feliz... Al hablar con la gente llama la atención que se haga tanto hincapié en la posesión de una hipoteca. Hasta hace un tiempo -no más tres años- tener una hipoteca era señal de prosperidad a largo plazo. Señal de solvencia, de un trabajo estable, de fiabilidad, y por supuesto, de obtención de créditos. La hipoteca era un bien -vaya paradoja- del que uno podía jactarse con un tono ent

El puerto

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El puerto de Mar del Plata tiene el encanto de lo decadente. Naranja y apático, al puerto se baja por la perla de una lágrima. Es pequeño, una lengua exigua de mar, un charco ceboso sin horizonte a la vista, mi capitán. Me fumo un cigarro sentada en el muelle, viendo cómo un viejo lobo le comenta a su amigo el alza de los precios… viste, boludo, sentado en la proa sobre el gran nudo de amarre. Y pasa un pato, quizá una gaviota empetrolada. El animal aterriza en el charol verde oscuro del agua y algo debe pillar, porque come. Mi objetivo es dejar que transcurra. Darme un paseo por ahí. Toda mi infancia, hasta en mis sueños, estuvo marcada por ese puerto. Tengo el vago recuerdo de una niña cayendo al agua en una cesta de pesca… ¿sería yo? Mi madre no recuerda el supuesto, yo sí. Siempre don Conrado, reza el nombre de pila de una honorable barcaza naranja chillón. Lo anónimo se hace mítico, Hemingway estaría encantado. Siempre don… quien sea, hay un código entre los pescadore

La araña frágil

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La interactividad es un concepto nuevo que no existía antes de la era Internet. El hiperespacio es multidimensional. De esta coyuntura surgen términos como blogonovela o ciberpoesía , y empiezan a salir a la calle libros en papel de escritores que antes estaban en Internet. A la vez, se retorna al incunable: gente creando libros-objeto que se venden en galerías de arte: que es lo que son los libros-objeto, piezas verdaderamente artesanales, códices del siglo XXI. Lectores entusiastas comentando una blogonovela, y no sólo eso : re-haciéndola en su propia exégesis. Al abolirse la línea vertical que sitúa al Autor por encima del anónimo lector -no olvidemos que el escritor antes de autor ha tenido que ser lector, o cuanto menos, oidor-; ambos tienen la posibilidad de interactuar. A la pieza literaria en cuestión se le podrá añadir, además, un vídeo, un background o un repertorio de links. Al abolirse la verticalidad de las jerarquías, lo que cambia es el vínculo. La interacti