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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Feliz Navidad

En esta noche Navidad, noche posterior al brindis obligado de Nochebuena, a la cena de ritual y a las luces del árbol, escribo el último post del año. Es un poco un mensaje dentro de una botella que es dada a la mar como una suerte de exorcismo y declaración, si se quiere, de nuevos principios. Ha sido un año próspero, y no lo digo por el dinero –que como siempre, escasea- sino por todo lo demás. Es decir por lo verdaderamente importante. Ha sido un año próspero en nuevos amigos, mayor inspiración, estudios e investigaciones nuevos y reveladores, lecturas iluminadoras, viajes esclarecedores, experiencias inefables en el ir y venir hacia dentro en constante presencia del yo, del tú, del nosotros... en defnitiva, de nuevas y más firmes naves en vías de una renovadora re-construcción. War is over. La culpa por el autoexilio ha sido voluntariamente desterrada de mi sistema y enviada a la papelera de reciclaje. Ésa, la culpa, era la única parte del destierro que puedo considerar forzoso. E

Romántico y el cuarto poder (I)

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Extraño y contradictorio personaje Natalio Botana. Uruguayo, nacido en 1888 y emigrado a Buenos Aires en 1913, mismo año en que fundó el mítico diario Crítica (que en el 62 sería “comprado” por el gobierno peronista, del que era acérrimo opositor), Botana empezó su carrera con una frase que lo define muy bien: Dios me puso sobre vuestra ciudad como a un tábano sobre el noble caballo, para picarlo y tenerlo despierto. Conste que la cita la saco de la red, aunque ya en algunas fotos se le ve con un puro entre los labios, como a un auténtico ciudadano Kane de la prensa rioplatense. Cuentan en la familia que mi tío Tito Chiessa, periodista él y fundador de la ya extinta revista marplatense Casino , llegó a trabajar en el diario Crítica como corresponsal de espectáculos. Como a Botana, a mi tío le perdían los caballos. Y fue justamente a causa de un caballo, que ese paradójico personaje llamado Botana y defensor por partes iguales de la causa golpista de Uriburu como del derrocado

Margalit Matitiahu / El desierto

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El desierto infinito, las montañas altas y afiladas araron mis deseos... En las paredes de mi habitación asolada se transparentan los espacios de mi desierto interior. Como una bailarina enloquecida y descalza hago crecer en el calvero la fruta salvaje del espíritu. Margalit Matitiahu (poeta israeli) Traduccion: Carlos Morales

Viva Joyce

Parece que la puntuación se encamina al sucidio punto (esto ya lo hizo Cabrera Infante), y además punto debería ser punto pero dejémolso ahí. Horror vacuii Horror vacui (sí, horror al vacío) al vacío de una tela en blanco o mejor dicho de los blancos de una tela dejada en blanco supuraciones del pincel, esas motitas que se quedan en la tela y dejan en evidencia el gesto, la indecisión. Una forma valiente inacabada. Sólo una forma, en realidad. Quitar comas puntos puntos y coma como evidencia de infinito de una lengua que ha redimido su ñ [¿aquí iría punto?]. No los puntos se suicidan- los puntos las comas los puntos y coma (como Houellebecq, que los resucita a su antojo, es decir sin fundamento). Veamos. Hemos hablado de esto hace unos días. Hablábamos del sexo en la literatura, y tú dijiste: la poesía basada en el sexo es casi casi como esas cintas donde el prota aparece desnudo todo el tiempo por causas estrictamente comerciales. Diste tu sentencia. La poesía basada en el sexo es co

New-Age

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Hay una vieja frase del Fritz Pearls que seguro la conocereis: Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. No estoy en este mundo para llenar tus espectativas, y tú no estás en este mundo para llenar las mías. Tú eres tú y yo soy yo, y si por casualidad nos encontramos, es hermoso. Sino, no hay remedio. Se puso de moda allá por los ’80 y todo el mundo andaba con la frase en la boca. La usaban, sobre todo, los ex novios, los mentirosos y los psicólogos. En especial estos últimos, la usaban de muletilla para consolar a los abandonados. Con los años, y con el advenimiento de las terapias alternativas y las filosofías anexadas de Oriente, la frase se convirtió en paradigma, y hoy la repite hasta el guacamayo de mi vecina , educado por ella misma en la copla española: Ay, María de la Ó, tan desgraciadita que eres teniéndolo tó . Me imagino que si puede pronunciarla el guacamayo podrá también hacerlo mi vecina. De ahí a que la entienda, ya es otro cantar. Sin ánimo de despreciar a Fritz Pearl

Burros y mulas

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Hoy día se usa mucho hablar de "programas mentales" aplicados al pensamiento, como si la mente humana -sobre todo el pensamiento- fuera un asunto sencillo. Paradógicamente, comparar la mente con un PC nos conduce a eso que tanto criticamos: a convertirnos en robots reprogramables , lo cual se salta de cabo a rabo la compleja naturaleza del pensamiento humano. ¿Es eso lo que se quiere para esta sociedad a la que se aplican tales "recetas" mágicas?¿Mentes "felices", abiertas a una reprogramación de pago, a un formateo en cuotas gestionado por técnicos de la reprogramación espiritual ? Hay un punto de demagogia en la línea argumental de esta gente. Resulta muy llamativo, por ejemplo, que ese modelo pueda aplicarse tan bien en el occidente desahogado pero no en una barriada de Sao Pablo o una aldea de Ghana. ¿Qué pasa, que ellos son menos humanos o se trata, quizá, de una raza medio-humana cuyo hipodesarrollo "cultural" supone una exclusión

Los libros

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Por si todavía queda alguien que no lo sepa, éste fue el primero que llegó a mis manos: Una no se marcha sin traerse los libros más queridos; ni hablar del primero, haya sido el diario de Enrique o un ejemplar deshecho de su cómic favorito. Hay dos o tres centenares de libros que tuvieron que quedarse al otro lado del charco, y que no obstante ocupan un lugar privilegiado en el archivo de mi memoria. Libros que jamás se olvidarán. Libros que leía con delicia bajo los efectos de la penicilina, en la cama, y generalmente en invierno, que es la mejor manera de leer. Libros robados a mi padre, y tan dispares como La peste , de Camus, Yo viví con los jíbaros, o la grandiosa autobiografía Papillon , del macarra francés que luchó entre diablos antes de arrojarse a la mar en una balsa de cocos. Ese libro estaba prohibido en casa, pero yo lo robé y me lo leí, como le robaba a mi madre las tijeras para construir mis “revistas” personales confeccionadas a base de dibujos, recortes, viñe