Apología del escritor
Una historia sólo merece ser contada cuando las palabras no pueden agotar su sentido.
Vivimos un periodo muy confuso: hoy en día se da mucho gato por liebre, o gasto por libro. Es decir, que la gente se gasta el dinero en algo que cree que es un libro y en realidad es un sucedáneo de libro. La literatura comercial siempre ha existido; ahí estaba el lector de Pérez González que escribía novelas de capa y espada, pero no se hacían pasar por grandes plumas. Sabían que con el oro les bastaba y no tenían que llevar el laurel. Sabían que no eran ni Valle-Inclán ni Unamuno y ganaban más que ellos y cumplían con la magnífica misión de ser escritores que entretienen. Pero hoy en día, los industriales del ocio se consideran además escritores. El problema de la literatura no es la falta de lectores sino que está siendo suplantada por sucedáneos. Y a lo mejor la solución para la literatura es el e-book y el libro electrónico: se van a salvar los bosques y millones de toneladas de literatura bestselerística podrá ser descargada en libros electrónicos.
JULIÁN RÍOS
Comentarios
Es cierto, los pseudoescritores de hoy no tienen ni la decencia de asumir su papel de meros showmen, de simples productores de entretenimiento barato. Por otro lado, ni siquiera son capaces de desarrollar un texto con corrección sintáctica, no hablemos ya del estilo, que brilla por su ausencia. Estos bisbales de la pluma tienen, incluso, la desfachatez de dar clases de literatura.
En el enlace de abajo se refleja la pasmosa capacidad de estos especímenes para documentarse sobre los escenarios de sus novelas.
http://www.20minutos.es/noticia/88996/0/Sevilla/sombria/Brown/
Besos.
Hay niveles, supongo, en esto de la mediocridad literaria. Aquí yo me remitiría al caso de Lucía Etchebarría: como articulista puede molar, pero como escritora mmmmmmmmmmm... uf, no entiendo cómo pueden darle premios a una mujer tan descuidada a la hora de escribir ¡si se vé que nisiquiera corrige! Eso sí, que ha sido lista y ha sabido sacarle el juguito a lo suyo.
Besos
Esto que nos pasa se debe a que, como lectoras, no sólo buscamos una buena historia, sino que esa historia tiene que estar bien narrada (conditio sine qua non). Los lectores de bestsellers o de lucías echevarrías no buscan la perfección formal ni nada que se le parezca: les interesa el mismo morbo del corazón corazón o de los programas de Iker Jiménez. Ese morbo de andar por casa contado con el mismo estilo del cotilleo de la vecina del cuarto.
La clave es que hay lectores y lectores.
Besitos guapa.
Creo que tanto el "producto mediático" como el "esnobismo académico" no son fenómenos nuevos, ni muchísimo menos. Quizá la diferencia es que ahora se han sobredimensionado; lo mediocre recibe más atención que nunca por motivos "industriales" y lo académico se ha convertido en innacesible para los que viven fuera de la academia.
La posmodernidad nace con la vocación de cubrir esa falla, de situarse entre lo exquisito y lo "comercial", entre la llamada "alta cultura" y la "cultura de masas". Ahí tendríamos a Eco, a Kundera, incluso a Houellebecq. Ahora bien, ¿es esa una línea verdaderamente excelente? ¿Qué ha sido de toda aquella euforia beatnik de Ginsberg y demás? ¿En qué ha quedado esa "espontaneidad"?
Creo que el mercado y la academia han ejercido, cada uno a su manera, una influencia demasiado profunda en el arte, la pintura y la literatura. Han querido dominar la creación, en lugar de impulsarla. Si te soy sincero, no soporto a Lucía Echevarria, pero tampoco a Lacan. Ni a Eco.
Suena carca y pedantuelo, pero estoy volviendo a los clásicos. Platón, Aristófanes, Cervantes, Gógol, John Stuart Mill, Darwin... Creo que estos no son buenos tiempos para la literatura. También es cierto que hay excepciones (Coetzee).
Chichíkov: eres demasiado joven, me parece, para estar de vuelta...
Pienso que cuando Julián Ríos apunta que el best-seller no es un fenómeno nuevo, nos recuerda que el verdadero artista muchas veces permanece "a la sombra". Depende de nosotros saber hallarles como se hallan las agujas en los pajares.
Y no, no son buenos tiempos para la literatura. Nunca lo fueron. Ni lo son para la música... y de la plástica, mejor ni hablar. Yo ya me he habituado a vivir con la nostalgia de lo no vivido (a propósito de Ginsberg).
Saludos a los dos.
El problema surge en la definición de la obra artística: ¿Es el Código Da Vinci una obra artística? Obviamente, NO.
La diferencia radica en que jamás Dumas definió Los tres mosqueteros (obra que, personalmente, me encanta, sobre todo cuando estoy estudiando temas como el 18, a saber, "Elementos lingüísticos para la expresión de la cantidad, la cualidad y el grado") como cumbre de la literatura universal, él mismo era consciente de lo que significaba esa obra por entregas para su público: no más que un mero entretenimiento.
Sin embargo, estos señores superventas sí se creen artistas. Sí se creen revolucionarios de las letras. Sí se creen escritores, pero no son más que simples escribidores.
(No olvidemos que El Quijote también fue superventas, pero eso es harina de otro costal...)
Un saludo para ambos.
Como dice Hipatia, en otra vida tuve que ser argentina y yo añado... en el siglo XIX.
Soy un poco viejuna yo, ya lo dice mi abuela.
Besos...