El tano
Como me dijo un amigo hace años, mi padre tenía un karma movido. Su número era el 8 -el del infinito- y su signo, Géminis. Creo haber contado ya que fue ex combatiente de la II G-M, un asunto que a mis amigos les resultaba interesantísimo. Ellos le llamaban cariñosamente el tano.
Una vez, siendo aún adolescente, intenté escribir su historia, pero la dejé en pleno relato de su escapada a bordo de un tren que marchaba desde su campamento, a la capital, Addis-Abeba (estuvo destinado en Etiopía por órdenes de don Benito, a quien despreciaba con un odio difuso) y que, según él mismo contaba, a mitad de camino tuvo que vérselas con una insurrección de africanos tras la toma de Etiopía a mano de los ingleses. Si dejé el relato, fue porque no podía imaginarme tal cosa sin estar en su pellejo.
Sin ser un Indiana Jones, mi padre -un hombre tan pequeño como inexplicablemente fuerte- no sólo consiguió resisitir a la insurrección, sino que también resistió a la bala que se le metió por el cuello y se le instaló a medio centímetro del pulmón izquierdo. Contaba él que se la quitaron en un hospital de campaña, prácticamente sin anestesia y por el homóplato, de suerte que allí le quedó para siempre un hueco bastante llamativo que le molestaba sólo cuando había humedad, y que a mí me recordaba al ojo de un volcán apagado en miniatura.
No, mi padre no era ningún Indiana Jones, sino un hombre corriente que decía haber nacido dos veces. Vivió una existencia llena de altibajos en la que fue, entre otras cosas, radiotelegrafista, músico, compositor, maestro, director de coros, panadero, escritor de cartas de amor, estupendo lector, sindicalista, sacristán, constructor, gran viajero y sobreviviente. Dicen que algunos rasgos se heredan, y aquí estoy yo ahora en una de mis vidas para recordarlo.
Esta preciosa aria de Nabucco está dedicada a él, que hoy cumpliría 93 años, y que falleció hace ya mucho, saliendo del aeropuerto de París.
Va, pensiero, per te.
Una vez, siendo aún adolescente, intenté escribir su historia, pero la dejé en pleno relato de su escapada a bordo de un tren que marchaba desde su campamento, a la capital, Addis-Abeba (estuvo destinado en Etiopía por órdenes de don Benito, a quien despreciaba con un odio difuso) y que, según él mismo contaba, a mitad de camino tuvo que vérselas con una insurrección de africanos tras la toma de Etiopía a mano de los ingleses. Si dejé el relato, fue porque no podía imaginarme tal cosa sin estar en su pellejo.
Sin ser un Indiana Jones, mi padre -un hombre tan pequeño como inexplicablemente fuerte- no sólo consiguió resisitir a la insurrección, sino que también resistió a la bala que se le metió por el cuello y se le instaló a medio centímetro del pulmón izquierdo. Contaba él que se la quitaron en un hospital de campaña, prácticamente sin anestesia y por el homóplato, de suerte que allí le quedó para siempre un hueco bastante llamativo que le molestaba sólo cuando había humedad, y que a mí me recordaba al ojo de un volcán apagado en miniatura.
No, mi padre no era ningún Indiana Jones, sino un hombre corriente que decía haber nacido dos veces. Vivió una existencia llena de altibajos en la que fue, entre otras cosas, radiotelegrafista, músico, compositor, maestro, director de coros, panadero, escritor de cartas de amor, estupendo lector, sindicalista, sacristán, constructor, gran viajero y sobreviviente. Dicen que algunos rasgos se heredan, y aquí estoy yo ahora en una de mis vidas para recordarlo.
Esta preciosa aria de Nabucco está dedicada a él, que hoy cumpliría 93 años, y que falleció hace ya mucho, saliendo del aeropuerto de París.
Va, pensiero, per te.
Comentarios
Mi abuelo fue también un personaje de los de novelón, por eso las historias de personas como ellos me resultan tan entrañables, tan cercanas, tan mías (aunque en el caso de mi familia, la que recibió una bala fui yo).
Besos.
Volviendo a lo de mi padre, cuando una hace revisión de lo que fue el siglo XX, entiende un poco y hasta justifica la anestesia emocional del XXI. Por lo menos a mí me pasa eso.
Besos
De todas formas tu pregunta me resulta curiosa y para nada ociosa, porque nunca me lo he planteado así: qué bueno, tengo el beneficio de una perspectiva más amplia, pero también hay un mayor peso kármico (ya ves que esta palabra se nombra dos veces en este post), puedo ver un poco más hacia atrás a través de ellos. Quizá sólo sea una apreciación muy personal, pero tendré que pensármelo.
Otro beso para vos.
Soy mas cosas, aunque sin duda, tambien soy eso. Por cierto, tambien soy geminis, y mi numero es el 8, y soy más cosas que fué tu padre. Beso en tu mano.
¿hablas irónicamente cuando te refieres a luchadores vencedores, no??? El mío también estuvo en ese bando, pero fue contra su voluntad, decía él...
¿Géminis, y 8? Qué peligro...
Besines hipáticos
Todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, tú tienes la suerte y la desgracia de sentir más de cerca el peso de la historia sobre ti misma.
Es cierto, todo ello nos hacer ser quienes somos.
Un abrazo*
Otra cosa, tu padre, geminis y 8, en la posguerra del plan marchall y las peliculas antinacis, con el duce decapitado y la cabeza usada como balon de futbol, con una familia q alimentar, y esos nuevos tiempos de luz y anestesia...¿que iba a decir? ¿que estaba orgulloso de aquello? No se, yo podía haber dicho lo mismo.
Oye, ¿peligro por que?
Salud.
¿Movimientos de la evolución natural? Si es así, pues bienvenidos sean esos movimientos.
Este un tema un poco complejo, creo, pero estoy segura de que a tu viejo le hubiera gustado ¿no?
;)
Otro día podemos, si apetece al aforo, comentar realidades de la vida social,política y económica del entorno. Pido ya, si se diera ese caso, que se omitan, en la medida de lo posible, alusiones a lados o colores. Cordiales saludos Hipatia.
¿Hay vida fuera? Sí, pero que no sea un demócrata, por favor.
"Novus ordo seclorum II"
En cuanto al tema de nuestros "líderes populistas", estoy esperando que abras tu blog para hablar sobre ello, ya que aquí podría sonar un poco como... fuera de contexto, y es un tema, hablo en plan discurso pachamámico (te contaría lo que me pasó con una psicóloga a la que le conté cierta aventura-desventura, pero también me saldría de contexto ;) que dá para otro espacio, otro post, o lo que sea.
Besitos hipáticos.