Antonin Artaud / Los Tarahumara.
Así pues,
sentí que había que remontar la corriente y estirarme en mi preconsciente hasta
el punto en que me viese evolucionar y desear. Y hasta allí me condujo el Peyote. -Conducido
por él, vi que lo que soy tuve que defenderlo antes de nacer y que mi Yo no es
sino la consecuencia del combate que libré en lo Supremo contra la mentira de
las malas ideas.
Y por
mucho que los seres balbuceen que las cosas son así y que no hay nada más que
buscar, yo, por mi parte, veo que han perdido y que desde hace mucho tiempo no saben lo que dicen, pues ya no
saben dónde han ido a buscar los estados con los que se tienden por encima de
la ola de ideas y en los cuales se toman las palabras por hablar.
La
explicación reside en el hecho de que, efectivamente, hace siglos sus
pensadores abdicaron como ellos ante ese esfuerzo de honor que consiste en
merecer la propia conciencia, cuando se sabe dónde hay que ganarla.
-El
incosciente no me pertenece, salvo en sueños, y además todo lo que en él veo y
todo lo que arrastra ¿es caso una forma marcada para nacer o lo sucio que ha
rechazado?
El
subconcisnte es lo que transpira de las premisas de mi Voluntad, pero no sé muy
bien quién reina en él, y estoy convencido de que no soy yo, sino la ola de las
Voluntades adversas que, no sé por qué, piensa dentro de mí, y nunca ha tenido
otra preocupación en el mundo ni otra idea, que la de ocupar mi lugar, dentro
de mi cuerpo y de mi yo.
Pero en
el preconsciente donde sus Tentaciones me maltratan, todas esas malas
Voluntades las veo, esta vez armado con mi consciencia y ¿qué me importa que se
desplieguen contra mí, si ahora me siento dentro de ella?
El Peyote
me mantendrá en el Preconsciente y por encima del estado del hombre, sabré de
dónde se ha formado mi voluntad y cuál es esa fuerza con la que se ha arrojado
hacia el lado donde el Bien la llama, contra el mal que la perseguía.
El Bien y
el Mal, dicen los sacerdotes de Ciguri, como después volvieron a decir los
místicos de Jesucristo, no ya en sensaciones y visiones, sino con la prueba del
martirio y la experiencia de sus llagas, el Bien y el Mal no son dos tejidos
opuestos y dos principios, el Bien es lo que existe y el Mal lo que no existe,
lo que no vivirá y se acabará. El Yo del hombre no siempre creerá en él. Pero
esa ciencia necesita ganársela.
Y parece
ser que el objetivo de la danza del peyote, rito ejecutador de las enseñanzas
de la Planta dada al hombre por Jesucristo, en origen consistía en invitar al
ser humano a ganar su conciencia. Pues sin su ayuda no hubiera podido decidirse
a hacerlo.
Antonin
Artaud
Los
Tarahumara. Barral
Editores, Barcelona, 1974.
Comentarios
¿No te habías enterado? ¿en qué planeta estabas ese día?
Ya: bajo una tormenta de conejitos.
Sorry. No estoy de acuerdo.
Y con respecto a las voces rotas, no creo que Dylan la tenga muy entera que digamos. Pero eso depende de la valoración que hagas tú de las voces rotas.
Y Dylan lo que tenía era la voz nasal, que es otro asunto. La voz rota es la de los que se la rompieron entre alcohol, desastres personales y mala vida en general. Dylan no es de esos.
...
Olvidas que todos los clásicos han sido vanguardia...
En general oigo las voces, no pienso en sus biografías. Pero, ¿que Dylan no hizo sus pinitos en la mala vida?
mmmmmmm...
Y en cuanto a Dylan, tú lo has dicho: pinitos. Pinos pequeños.
Sin embargo, fíjate, que la alternatividad bulle fuera de los baretos de moda, y perlas negras siempre hay. Es parte del humano, la alternatividad.
Y hablando de pinos: ¿ahora vamos a poner un medidor para ellos?
¿Aternativa? Totalmente de acuerdo.
¿Medidor de pinitos? Traduce, please.