La puerta en las narices
En la zona de Méndez Álvaro, Madrid, hay una caseta abandonada por el Ayuntamiento, que ha sido ocupada por cuatro vagabundos de 4 nacionalidades: un venezolano, un español, un ecuatoriano y un estadounidense. La caseta, hecha polvo y llena de graffitis, consta de unos 8 metros cuadrados larvarios divididos en dos habitaciones diminutas y un baño. Los nombres de sus habitantes no me los sé, pero hoy salía en el diario de la mañana la foto de uno de ellos junto a la puerta. Según cuentan, están bien integrados al vecindario, e incluso se dedican a cuidar los coches para que la gente se fíe de ellos. No quieren problemas: sólo buscan un techo. Lo más insólito del relato estriba en que alguien les arrancó la puerta de la caseta: “No sé para qué, si de todos modos no hallarán objetos de valor”, apunta el venezolano. Naturalmente, el paisaje de fondo son las grúas y los nuevos pisos de 180.000 euros que se construyen en torno a la estación. Lo que se pregunta la gente del PSOE es que se ha...