Marsias imaginario

En qué estaría pensando Marsias aquel mediodía de verano, cuando la diosa dormía la siesta a la sombra de un castaño. En qué estaría pensando, él, que habiendo nacido de la baba de un sileno, poseía el destino de las ninfas y de las bestias. Le habrá confundido, quizá, con una mortal, con una codornisa vuelta hembra por un hechizo, o acaso con una dríade. No podía saber que la diosa desnuda bajo el árbol se hacía la dormida, avisada por una araña que le mostró su rostro en las gotas de agua que colgaban de su tela. Su respuesta al aviso no fue más allá de un ligero remoloneo sobre la tierra fértil que le servía de lecho, y un viento a la altura del plexo. Con el pie apartó su égida de la vista del sátiro, mientras a punta de pulgar convertía el arco en una cobra y las flechas en culebras que fueron tragadas por la tierra. Nada delataba su condición de diosa, salvo su androginia de hombros anchos y esas caderas cuyos huesos le sobresalían de la curva del vientre, como sobresalen ...