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Rendirse al Misterio

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Nicanor Parra-Miguel Grinberg-Allen Ginsberg / La Habana (Cuba) 1965 No se trata de imponerse principios para liberar la energía y navegar sin rumbo en el caudal de los impulsos vitales. Rendirse en acompañar sus movimientos, sus eclipses, sus erupciones, sus coordenadas, sus tormentas. Sin eludir, pero tampoco yendo más allá de lo que la conciencia nos reclama. O yendo más allá pagando el precio, pero NUNCA arrastrando a los otros, nunca colgando en los demás pesos, culpas o pesadillas que no les corresponden. No somos los jueces, pero tampoco los verdugos. Si queremos ser victimarios de nosotros mismos, adelante. Si queremos víctimas: nosotros mismos. Lo desconocido puede ser fatal. Sabiendo que de todas maneras somos parte de un TODO energético, que no corresponde desvelar porque es el Misterio en sí mismo, pero no el "misterio" sostenido por los organizadores de la Fe para justificar su ignorancia y someter a los timoratos. Este Misterio al que me refiero es a su

El dios evolutivo

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La evolución de Dios en la mente humana (quien quiera entender, que entienda). *** ¿Acaso no tenemos algo en común con los pimpollos de la rosa, que tiemblan por sentir sobre sus pétalos una gota de rocío? Es verdad: Amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar. En el amor hay siempre algo de locura, pero también hay siempre en la locura algo de razón. Y también yo, que estoy bien avenido con la vida, estimo que quienes mas saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo cuanto a ellas se parece entre los hombres. Ver como revolotean esas almitas ligeras, locas encantadoras, volubles; arrancan lágrimas y canciones. Yo sólo creería en un Dios que supiera bailar. Cuando vi a mi demonio, le hallé serio y grave, profundo y solemne. Era el espíritu de la pesadez: por él caen todas las cosas. No se mata con la ira, sino con la risa: ¡Matemos pues al espíritu de la pesadez! Aprendí a caminar, y desde ent

Así como en Argentina

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Me acuerdo de aquellos tiempos (no hace tanto tiempo). Salieron a batir cacerolas y hasta en los cacharros había diferencia. Ellos esgrimían cacerolas nuevitas. Las nuestras van pasando de generación en generación por necesidad. Recuerdo aquel 25 de mayo de 2011, la paradoja de vivir una revolución maya en otro país. Cuando me oían hablar -argentina hasta la médula- algunos me soltaban su admiración por la argentinian# revolution de 2001. Como si esto hubiera sido una epifanía -igual que la de ellos- y no una guerra sin cuartel donde la policía salió a matar. Para ellos, el nuestro era un ejemplo a imitar. Es lo que tiene ver la realidad bajo el prisma de la distancia, desde otro sesgo. Ver la vida desde la perspectiva del trueque, "como en Argentina". Así que todo el mundo salió a regalar sus cosas, las que ya no servían -en muy buen estado-, y fue un detalle florido soñar con que ser pobre puede gestar una revolución de la conciencia. La crisis trajo sueños de decr

Fin de fiesta

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Es lo que tiene el populismo: que crea la sensación del padre-madre recuperados. Y cuando el padre-madre se van, retorna la orfandad. ¿El empoderamiento es ficticio? Creo que es precipitado juzgar. El tiempo, testigo de todas las transformaciones, nos mostrará si acaso ha habido conato de empoderamiento, o no. Quiero creer que sí y que estas lágrimas no son en vano. Quiero creer que esto es parte del proceso que nos llevará a la construcción de una democracia forjada -como todas las democracias, si es que hoy día se puede hablar de ello- en el caldo agridulce de nuestras propias marchas y contramarchas. Al fin y al cabo, suba quien suba, para un país como el nuestro -siempre robado, violado, rapiñado- los pingos se ven a la hora de compartir el pan. En ese espacio-tiempo concreto sin bandos ni ideologías, es donde se conoce a las personas al desnudo: por su capacidad de partir el pan y darlo. El resto quien sabe si no sea sólo contingencia para ponernos a prueba frente a nosotros y l

Precios altos, gente feliz

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Argentina es el único país del mundo donde si aumentan los precios de la canasta básica, la gente festeja. Ni siquiera tenemos un competidor para aspirar al premio Guinness. Dicha reacción -digo yo- puede deberse a dos cosas: 1) la gente es estúpida, y además, masoquista; 2) a pesar de ser estúpida, su poder adquisitivo ha crecido (si se ríen cuando se comenta que todo ha aumentado es que pueden pagar). Lo cual hace pensar que el gobierno saliente no se va tanto por cuestiones económicas, sino de otro tipo. A saber: corruptelas varias. Y claro: no deberíamos culpar a la gente, ya que debido a los múltiples artefactos de manipulación masiva que-no-nos-permiten-elegir-con-libertad,  no somos "del todo" responsables de nuestras elecciones ...  De lo que sí debería culparse a la gente, es de estar empeñada en no querer cambiar. O sea: de empeñarse en su estupidez. Bienvenidos al reino de la re - re -estupidez.

Ocampo

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Nos dejó el maestro Miguel Ocampo (Buenos Aires, 1922). Esto fue hace apenas unos días, a sus casi 93 años, en La Cumbre, Córdoba. Descanse en paz el poeta del color.

De cómo se llega a ser un voodoo child

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                                                                                       Creo en Dios y creo en el Diablo.                                                          Definitivamente hay un Diablo, y conoce mi nombre.                                                                                                                Daniel Johnston Existe una leyenda recurrente sobre un hombre que, como Fausto, hace un trato con el Diablo a cambio de conocimiento. En esta leyenda en particular, el trato sucede en un cruce de caminos en el cual un hombre intercambia su alma por talento musical, y nadie es mejor exponente de esta leyenda que el mismísimo Robert Johnson, nacido “probablemente” en Hazlehurst, Mississippi, el 11 de mayo de 1911, legendario bluesero pionero del Mississippi Delta que, se dice, vendió su alma al Diablo en un cruce de caminos y obtuvo su talento prodigioso para el blues u obtuvo, según algunos “el blues mismo”.  Su memoria eidética, que le permi