Eso de durar y transcurrir


En una escena de la entrañable comedia As Good As It Gets (traducida al castellano bajo el título Mejor imposible), Jack Nicholson le dice a Helen Hunt: “Me gusta estar contigo porque me dan ganas de ser mejor persona”. Una frase-hostia ideal para neo-individualistas, consoladores desidiosos, y defensores de la nueva psicología de corte conductual que a la primera queja ante tu soledad te sueltan una del tipo: “No digas eso, te tienes a ti misma”.

La pregunta es: ¿para qué quieres tenerte a ti misma y saber que eres maravillosa si no tienes con quién compartirlo? Peor aún, si teniendo a quien contárselo, la respuesta sigue siendo: “No digas eso, te tienes a ti misma”, la siguiente pregunta debería ser: “¿Por qué no te vas al carajo?”.

Pero claro, esa persona tiene todo el derecho a decir lo que quiera. Como la tiene uno de irse al carajo. Es el principio de la libertad. El que quiera celeste, que le cueste.

Si X tiene el morro de soltarme semejante frase cuando estoy hecha polvo, no esperará que a partir de hoy vaya a contar con él en los momentos difíciles, porque su respuesta es un oxímoron y mi necesidad un hecho real. Todo lo demás es calderilla y este año no estaré dispuesta a soportar más fracesillas de corte neo-psicologista disfrazadas de consuelo prozaico, ya que para eso está el Prozac.

Como ha dicho por ahí el amigo Pável Chichikov, este año (afortunadamente) Hipatia de Alejandría sale del armario. Toda una declaración de principios. Y esto lo aclaro para quienes aún no hayan notado que Hipatia de Alejandría es una mujer sensible. Y que si sale del armario no va a ser porque sea gay (que de momento no lo soy, mañana no se sabe, y si lo fuera me importaría bien poco) sino porque ser extremadamente sensible en un mundo donde la sensibilidad no está a la punta de los valores cotizables, es un detalle a tener en cuenta.

Este año intentaré no ser complaciente ni autosuficiente, y si me molesta algo lo haré saber a quien corresponda aunque le moleste. No contará conmigo si no he podido contar él. No es que vaya a comerme el mundo, pero al menos, no dejaré que el mundo me coma a mí. Este año seré feliz por elección y a la hora de las relaciones exigiré alta calidad humana, afectiva e intelectual. Abriré mis puertas sólo a quien se lo merece. Haré pasar a hombres, mujeres y criaturas vivientes por la criba de mi intuición basada en la experiencia, sin dejarme sobornar por el miedo al desamparo y la ausencia. Haré valer mi esfuerzo y mi vocación al precio que se lo merecen, que es alto, y al que no le guste -sea indivíduo, comunidad o empresa- que se aguante, porque de otra manera no me va a tener. Pediré ayuda si es necesario y denunciaré todas las injusticias que puedan cometerse contra mí. Rechazaré de cuajo el chantaje emocional, el desprecio basado en el prejuicio, la postergación de mis deseos, la mala memoria, la mala conciencia, los amigos chupópteros, la dejadez afectiva, la desidia y la desesperanza.

Algunos de vosotros pensareis, quizá: “Vaya, qué humos”. Otros: “Bueno, a ver si lo consigue”. Y otros, yo qué sé… lo que querais. La cuestión es, por lo menos, intentarlo. Ya he cruzado demasiadas líneas de fuego y he aprendido que todo lo que no te mata, te hace más fuerte. También te hace más sensible, algo que no es sólo una cuestión de naturaleza, sino de sentido común. Y contrariamente a lo que pueda parecer, no estoy en absoluto insatisfecha con los resultados obtenidos de mi balance anual, sino al revés: he crecido lo suficiente como para saber con toda certeza que merezco más, y bueno.

Es la manera en que elijo, de todo corazón y a plena conciencia, honrar la vida en 2008. Ya era tiempo ¿no?
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Vídeo/post: Marilina Ross y Sandra Mihanovich, en la canción de Eladia Blásquez, Honrar la vida (hoy y siempre).
Photo/post: Andreas Feininguer

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