La chica de cartón piedra



Cada vez que se mira al espejo, la chica de cartón-piedra siempre se ve gorda. Ha bajado de los 65 kilos a los 60, de los 60 a los 55, de los 55 a los 50 y de los 50 a los 45. Y a pesar de que cada vez se parece más a los maniquíes que ve en los escaparates, ella se sigue viendo gorda. ¿Quién va a quererla así?¿Quién va a mirarla, si ella misma siente repugnancia cuando se mira al espejo? El ojo del que mira sólo ve en ella una bola de carne informe sin sexo ni edad y ningún atractivo, alguien que desea convertirse en otra cosa. En cualquier cosa, menos en lo que es.


PeRo, ¿QuÉ sE EsCoNdE DeTrÁs dE toDa eStA pArAfErNaLiA? SeR OtRa. O No SeR.

La chica de cartón-piedra quiere ser delgada. Delgadísima. Quiere ser como Keira Knightley. Parecerse a Paris Hilton. Estar hecha de cartón-piedra, de fibra, de plasma o de celuloide. Engrosar el listado de criaturas de Aushwitz que pululan por Internet bajo los titulares de anorexia.com. Odia la carne que hay sobre sus huesos. Odia la carne que le ponen en el plato. Odia comer. Odia alimentarse. Porque alimentarse significa crecer. Así es que la chica de cartón-piedra come por cumplir. Los demás le echan vistazos suspicaces: ¿qué hará cuando pide disculpas y se retira sigilosamente para ir al baño? La comida no le pasa, y ya tiene una herida en la garganta de tanto vomitar. Quiere parecerse al maniquí del escaparate. Quiere ser el maniquí. Parece que no supiera que el maniquí es sólo una figura de cartón-piedra que está hueca por dentro. Que su tiempo de vida útil es breve, tan breve como un vestido, una camiseta o la carrera meteórica de una top-model ingresada en una clínica de lujo con suero en vena.

La chica de cartón-piedra está enferma y ha perdido su capacidad de salivar. Ya no menstrúa, y la sóla idea de tener sexo le produce horror. Sólo quiere desaparecer.

La ChIcA dE CaRtóN-PiEdRa No qUiErE sEr uNa mUjEr. No qUiErE SER.

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