Patti Smith / Babel


Para empezar, diré que la edición española de Babel, fue traducida por Antonio Escohotado, lo que ya os dará una idea del tipo de literatura con la que os vais a topar. Habrá quien la pase de largo (por eso he pensado en incluir un estracto al final, así nadie se lleva una sorpresa) y habrá quien se quede enganchado a su poesía como un abrojo. En cualquier caso, a Patty Smith la amas o la odias. Mi madre, por ejemplo, la odia. Será por celos, porque yo a Patty Smith la amo de a ratos, y cuando no la amo, la recuerdo como una referencia ejemplar, y no de lo que debe hacerse, sino de lo que es.
Heredera de Rimbaud y la generación Beat, devota de García Lorca, Patty Smith nació en New Jersey en 1946 y se introdujo en el underground neoyorquino de fines de los ’60 con el desparapajo de una advenediza (por entonces todos o casi todos eran advenedizos, y acabaron haciendo historia), para no mucho más tarde convertirse en la mayor musa del punk del rock americano. Su basa parece haberla heredado la inglesa P.J Harvey (a pesar de insistir en que no le gusta que las comparen), sin embargo hoy por hoy la mariscala del rock and roll sigue dando caña aunque ya críe nietos. De hecho la tuvimos por aquí en 2004, y tanto por su temple como por su macarrismo de corte austero (no olvidemos que es capricornio), hemos visto que los años no han pasado en vano para ella, y que la que fuera una sacerdotisa del punk es hoy ya toda una abadesa.
Pero cabe recordar que Patty no es sólo cantante sino también poeta. Poco hay publicado de ella en español, pero a lo que hay vale la pena echarle un vistazo. Y en lo posible, quedárselo. Estamos hablando de una poeta inclasificable, potente, embriagadora, intertextual. Porque Patty escribe con el ímpetu temerario de un legionario, y tanto le da evocar un campo de amapolas como las telarañas engrasadas de un garito de mala muerte. Su espontaneidad oscila entre la escatología más brutal, y la inocencia de un niño de cinco años soltando un pedo en la ópera. A Patty hay que leerla colgada del techo boca abajo, ya que no es alguien que puedas leer en una situación de normalidad, sino con un espíritu libre de prejuicios, y en lo posible vacía de viejas referencias. Lo que importa en su literatura no es el significado, sino la palabra como objeto, con lo cual podría decirse que su poesía no está hecha para el entendimiento sino para el sentir.
A continuación, unos extractos:

sohl

un enjambre de glorias irrumpió desde su cráneo.
colmado de un horror sagrado abrió su cajón y
retiró un pequeño cristal perfectamente trabajados.
inspeccionar su cabeza pretendía pero en cambio
se demoró varios minutos sobre la elegante
artesanía del espejo. el marfil era de
un rico grano, venas, y en el centro
una grieta. se arrodilló y cruzó los ojos para lograr
una visión mejor. en la grieta había un jardín.
y tan verde era que sus carcajadas le derribaron
y rodó y rodó sobre las láminas frescas.
la sangre fluyó y cubrió los insólitos campos.
acostumbradas a adorar, las pálidas glorias
levantaron sus cabezas y se dejaron lavar
por el lujo del rubí.
tras varios días de lluvia y desaparecidas todas las huellas del hombre
los niños fueron puestos en libertad para vagar y disfrutar en
los largos campos de amapolas.

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babelogo

no he follado con el pasado pero he follado mucho con el futuro. sobre la seda de la piel hay cicatrices de las ampollas de los escenarios y muros que he acariciado. como el tronco de helena, cada descarga de madera fue mi placer. mediría el éxito de una noche por la cantidad de orina y semilla que pude sudar sobre las columnas que servían de nido al amplificador central. algunas noches se me ocurría sorprender a todos enfundándome una camisa de punto erde cosida a círculos metálicos planos que se movían y lanzaban destellos. Las luces eran violetas y blancas. durante un rato llevé un velo decorativo. pero me era imposible soportarlo. cuando llevaba el pelo corto ansiaba algo para cubrirlo. pero ahora mi pelo es un sí mismo un velo y la cabellera de una comanche loca y soñolienta yace bajo el entramado de la piel.
me despierto. estoy tumbada apaciblemente y mis rodillas están abiertas al sol. le deseo y él está absolutamente dispuesto a servirme. en casa soy mahometana. de corazón soy una artista americana y no tengo la culpa. persigo el placer.persigo los nervios bajo vuestra piel. el estrecho pórtico. las capas. el rollo de vieja lechuga. adoramos el defecto. el lunar sobre el vientre de una ramera exquisita. una que no ha vendido su alma a dios.
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campo de babel

algunos de nosotros servimos como cruzados y algunos como moscas aplastadas contra una valla. vivimos una existencia espartana.

Babel (Patty Smith, 1978). Ed. Anagrama.

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