La creación


La búsqueda sobreviene de repente. Llega, en realidad, como un encuentro. Mejor dicho: es un encuentro. El buscador involuntario se convierte en alguien que ha encontrado justo lo que otros buscaban. El encuentro se recibe en silencio, con un cierto hermetismo. Las piezas son recogidas de la memoria arcana y subidas a un lienzo donde cabalgan ajenas al desconcierto de los que siguen buscando.
Textura como primer nombre de la tierra.
Tierra como primer nombre de la materia.
La primera molécula se hace espora y se aparea. Surje la vida.
La vida que viene del cometa.
La vida que sube por la cuesta de los siglos.
La molécula que me compone repite el universo que me contiene, me repite de un modo sigiloso. Contundente. 
La parte construye el todo y la someto al microscopio del pincel y del chorro de pintura. Cada parte describe una geografía multinivel. Un paisaje desaforado, surgiendo por sí mismo; por obra de la contingencia.

El tiempo hace su labor.
La boca se me hace agua.
El color me sabe a fondant.
Someto el cuadro a la lente de mi cámara y hago click.
Click sobre la madriguera de la serpiente que estaba antes del hombre.

Era primaria, antes de que el hombre fuese. Parece que al principio fue una anémona, luego hubo un festival de criaturas animales y vegetales en movimiento. Pulpos, peces, moluscos, plantas subacuáticas, anémonas… Un banquete vital a la vez perfecto y caótico, donde cada criatura ocupaba su propio espacio, en el infinito entramado de la creación. No había dos iguales ni dos que se comportaran de la misma manera.

¿Qué mente pudo ser capaz de crear una obra tan infinita, tan perfecta? ¡Quién! ¿Encontraré alguna vez palabras para expresar mi asombro y mi gratitud? ¡Nunca!

Cuando, años después, llegaron hasta mí las primeras palabras del Génesis, hallé por primera vez una posible respuesta a mi visión. Instantáneamente esas palabras me transportaron a un momento del tiempo grabado en lo profundo en mi memoria:

… y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Entonces me fue mostrado que todo es vida, que no hay muerte, que el sentido de la vida es la vida en sí misma. Comprendí que todo está siendo creado a cada instante, y que nosotros, y que todos los seres de la tierra y fuera de la tierra, los visibles y los invisibles, vivimos y morimos través de Él. Comprendí también que todo está muriendo para que la vida continúe, que esto es perfecto y es como tiene que ser. Lo cual es básico, sencillo, profundo y aterrador.

Haz que el agua me llame.
Que el árbol me sea
hasta que me haga pájaro.

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