Estaba pensando en la usura del pequeño propietario, y no en la de los bancos o las grandes corporaciones. Acá en Argentina hay una percepción del inmigrante francamente nefasta. Lo sé de buena fuente, ya que soy hija de uno. A mi padre, en los 60, le llamaban "tano pata sucia" (así les llamaban a muchos despectivamente, sólo por venir de Italia) y yo me crié con el estigma de ser hija de un tano. Eso de que somos "solidarios" refleja un deseo, y no una realidad. Pero ésta es tierra de colonos. Una especie de far-west muy al sur del mundo, con tierra pa´tirar pa´rriba que cuatro inescrupulosos compran y venden como si de canicas de tratara. Para que se entienda: el que hoy compra a 10 en Argentina, el año que viene vende a 20. Y a veces, a 30. Esto es como la fiebre del oro, siempre ha sido así. Y nadie dice nada. Se ha normalizado la usura. Cuando lo comentás, algunos llegan a decirte incluso que es lógico. La usura se ha vuelto parte del logos nacional. Hay...
Cuenta la leyenda que Eva fue creada de la costilla de Adán y que, desobedeciendo la orden de Yavé, arrancó la manzana prohibida, la mordió, y se la ofreció a su pareja, que también mordió, con lo cual los dos fueron privados para siempre de sus eternas vacaciones en el Paraíso. La leyenda cristiana en su versión catequista se atreve a afirmar, inclusive, que Adán y Eva iban cubiertos de hojas de parra y que, una vez mordida la manzana, perdieron toda su inocencia y ya nunca más volvieron a vivir como hermano y hermana, sino como hombre y mujer. A Eva se la sentenció a parir sus hijos con dolor, a cocinar para toda su progenie y a hacer la colada por el resto de sus días -un destino que recayó sobre todas sus hijas hasta mediados del siglo XX- y Adán tuvo que buscarse las habichuelas con el sudor de tu frente a fin de dar de comer a la prole y construir un refugio de cal y canto para toda su familia. Poco se habló de Lilith, no obstante, y es injusto porque fue la primera mujer de Adán...
Brota el delirio al parecer sin límites, no sólo del corazón humano, sino de la vida toda y se parece todavía con mayor presencia en el despertar de la tierra en primavera, y paradigmáticamente en plantas como la yedra, hermana de la llama, sucesivas madres que Dionysos necesitó para su nacimiento siempre incompleto, inacabable. Y así nos muestra este dios un padecer en el nacimiento mismo, un nacer padeciendo. La madre, Sémele, no dio de si para acabar de darlo a la luz nacido enteramente. Dios de incompleto nacimiento, del padecer y de la alegría, anuncia el delirio inacabable, la vida que muere para volver de nuevo. Es el dios que nace, y el dios que vuelve. Embriaga y no solo por el jugo de la vid, su símbolo sobre todos, sino ante todo por si mismo. La comunicación es su don. Y antes de que ese don se establezca hay que ser poseído por él, esencia que se transfunde en un mínimo de sustancia y aún sin ella, por la danza, por la mímica, de la que nace el teatro; por la presentación...