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Segunda vuelta II (y final)

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No suelo escribir sobre política, pero en esta ocasión no me puedo contener. Vivo en un país donde votar es obligatorio. Como mucha gente no tiene clara aquí la diferencia entre deber y derecho, entre libertad y esclavitud, les parece una especie de "traición a la patria" - ciertos conceptos trasnochados no han logrado superarse aún - el hecho de negarse, o acaso comentar, que una preferiría no votar. O en su defecto, y ya que obligan, votar en blanco. Parece que a nadie se le ocurriera que verse obligado a elegir entre dos ineptos puede ser una traición contra uno mismo. Por lo tanto, aunque sepamos que ninguno de los dos candidatos nos representa, hay que ir a votar igual. Están exentos los enfermos y los que vivan a más de 500 Km de distancia (otra vergüenza: tendría que ser a menos de 100), pero no los analfabetos, por ejemplo, o la gente sin formación. De ahí que sea tan sencillo comprar el voto de los más necesitados. De esto no se horrorizan los fervorosos patrio

I, pet goat II

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Lo que la nueva era parece ignorar es que a Cristo no se lo conoce mediante la iluminación individual, sino mediante el quebrantamiento del ego. Sin embargo, para ellos la iluminación es siempre un asunto individual. La nueva era es sin duda el credo de los llamados "illuminati", portadores de esa lóbrega antorcha-zanahoria que hipnotiza a los demagogos. De ahí que en vez de unir separe y excluya, dejando fuera a todos los que no puedan pagarla. Lo cual en realidad viene a ser una bendición, porque como ocurre con la salud, la educación y la cultura, la nueva era no es más que otro tentáculo de los poderes en la sombra. Para muestra: I, pet goat II , del canadiense Louis Lefebvre.

La red social

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Parece que  Mark Zuckemberg finalmente ha decidido renombrar su red social...

Toda iluminada

Movimiento de una cosa alrededor de un punto que gira sobre sí e invierte su posición primera recobrando la original: el sitio donde se recogen las palabras es el silencio. Tres lobos hambrientos intentan saltar sobre mí: hemos encontrado a la mujer de fuego.  El aire es denso, malicioso. Soy oscura y espesa no hay por donde escapar: ¿aún estoy aquí? Me he desplegado alrededor de un punto que gira y sale de sí como un calcetín que se da la vuelta y gira empujando hacia fuera, he visto que estoy aquí de nuevo, delante de mí. De vértigo me deslizo a través de la corriente primaria de la vida, y mientras bajo el tigre me muestra mi propio nacimiento  boca sin dientes, devoradora de sombras toda iluminada. Sé que estoy naciendo y que en el acto de nacer me procreo. Sé que soy vagina y que al procrear me exorcizo. Me has mostrado  el sinsentido de la búsqueda del objeto fuera de mí. El espejismo que encierra la necesidad en el aqu

WITH SYRIA

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Dadme una pastilla de azúcar... (II)

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Puedo contar, brevemente, una anécdota. Como saben soy asmática, así que de pequeña tomaba Ventolín para niños, que venía en forma de pastilla rosada muy similar a la aspirineta. Todas las noches me tomaba un Ventolín para prevenir un ataque de asma. Cuando mi madre notó que me había hecho dependiente, empezó a darme en su lugar una aspirineta. Y todo bien. Hasta que una noche me di cuenta. Me tomé la pastilla desconfiando, y el asma apareció sobre la madrugada. El placebo se convirtió en nocebo. Quien tenga oídos, oiga. Y mire. Y vea. Y reflexione... La siguiente entrevista de Eduard Punset a Irving Kirsch, director del Programa de Estudios del Placebo en Harvard, es del año 2012. No sé ustedes, pero yo, cuando he visto que esta gente asegura que una pastillita de azúcar puede lograr el mismo efecto que un fármaco de verdad -y encima lo celebran- sentí indignación. Será porque vivo en un país donde ciertos medicamentos no sólo no se consiguen, si no que cuestan altos porcenta

Dadme una pastilla de azúcar... (I)

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Nuevamente los antidepresivos bajo la lupa (y al banquillo).