Oskar-moska

Mi madre nos ponía la merienda en una fiambrera dentro de la mochila. Ella se preocupaba por mí, que comía poco y andaba mucho, que era una cría nerviosa, un culo de mal asiento. Recuerdo que me llenaba la fiambrera con un enorme bocata de queso hecho con pan de higos secos y pipas de calabaza, para evitar las lombrices; pero igual no había manera de que yo me lo comiera todo. Un día le dije: “Madre, pónme algo ligero”, porque ya empezaba a hacer calor y a mí la comida siempre me ha caído pesada cuando hace calor. Oskar-moska estaba ahí conmigo, llenando su mochila sin prestar atención. Cuando llegó la hora de la merienda, me tumbé en un banco con mis colegas y saqué la fiambrera. Al notar que se movía, di un grito y la fiambrera voló por los aires.
¿Qué demonios había allí dentro?
Mis colegas y yo formamos corro alrededor, pero nadie se atrevía a abrirlo. “Bocata no”, dijo una chavala, “porque esas cosas no suelen saltar en las fiambreras”. Insecto ponzoñoso o mascota, tampoco, pensé, porque yo tenía un radar con esas cosas y me habría dado cuenta enseguida. Si de algo estaba segura era de dos cosas. Una: que mi madre no había tenido nada que ver con lo que fuera que hubiese dentro de la fiambrera. Y otra, que la curiosidad podía ser más fuerte que el miedo. Así que la abrí como pude con la punta del zapato.
Lo que encontramos en el fondo de la fiambrera fue un pajarillo medio atontado hecho una bola de plumas. Sorpresa general y alivio instantáneo, que degeneró en risas y en decepción al ver que el pájaro se desperezaba, echaba a volar, y se perdía en el cielo, lejos de nuestra vista. Nos quedamos felices y atónitas.
Entonces tropecé con Oskar-moska, que estaba ahí, a metros de mí. Al instante supe que había sido él.
“¿No querías algo ligero?”, me dijo.
¿Qué demonios había allí dentro?
Mis colegas y yo formamos corro alrededor, pero nadie se atrevía a abrirlo. “Bocata no”, dijo una chavala, “porque esas cosas no suelen saltar en las fiambreras”. Insecto ponzoñoso o mascota, tampoco, pensé, porque yo tenía un radar con esas cosas y me habría dado cuenta enseguida. Si de algo estaba segura era de dos cosas. Una: que mi madre no había tenido nada que ver con lo que fuera que hubiese dentro de la fiambrera. Y otra, que la curiosidad podía ser más fuerte que el miedo. Así que la abrí como pude con la punta del zapato.
Lo que encontramos en el fondo de la fiambrera fue un pajarillo medio atontado hecho una bola de plumas. Sorpresa general y alivio instantáneo, que degeneró en risas y en decepción al ver que el pájaro se desperezaba, echaba a volar, y se perdía en el cielo, lejos de nuestra vista. Nos quedamos felices y atónitas.
Entonces tropecé con Oskar-moska, que estaba ahí, a metros de mí. Al instante supe que había sido él.
“¿No querías algo ligero?”, me dijo.
Una semana después se fue a vivir con su madre.
Photo/post: Josef Hoflehner
Comentarios
O solo escribes.... muy bueno el blog...
Y veo por mis investigaciones que te gusta Tom Waits...
Descrubrí tu blog por casualidad, yo tengo un blog/podcast de radio pasate a visitarlo:
10historias10canciones
Gracias por pasarte y por dejar tu link, ya me pasaré por allí en cuanto pueda.
Un saludo, y bievenido :+
Puedo admitir cualquier tipo de opinión, siempre y cuando tenga fundamento, pero en la tuya no queda reflejado eso en tanto y en cuando te refieres en tono peyorativo a esos "mogollones tántricos", y a los lamas, a los cuales no creo haber hecho referencia nunca en ninguno de mis blogs. Como diría Wittgenstain: "Sobre lo que no podemos hablar, es mejor no pronunciarse".
Con respecto a volver a ¿? a Occidente. He intentado, también, comprender a quienes se expresan fuera de contexto, pero creo que tengo derecho a una nota aclaratoria: no creo en la dualidad, sino en la integración de mundos. Para mí ése es el vivo reflejo del progreso, el resto se queda en mera charlatanería de muros que se caen y vuelven a levantarse bajo otra bandera, otra "creencia" y una nueva generación de progres que yendo de víctimas hoy, serán victimarios algún día. Habrá quienes a eso le llamen "vida", yo lo veo, más bien, como muerte en potencia.
No, Roxana, no hay nada de peyorativo en mi comentario: simplemente, es posible que mi sentido del humor sea a veces excesivo.
¿Me perdonas?
El texto me ha gustado. Me gusta mucho el tono del texto he visto la infancia.
Ya vuelvo cuando tenga tiempo.
Un saludo.
Salutti, Hipatia Rox, tanto tiempo, "voluble mariposa" :D
Bromas aparte, sorprendente ese juego con las ligerezas. Contanos el secreto.
Amigo y lector:
CH-CH
(que me paso más eguido de lo que pensás, pero no sé qué poner).
Chinchu, sé que te pasas, salvaje de mi corazón, y te invito a comentar cuando quieras.
Lola, bienvenida al Kosmo, ya nos visitamos ahora que estamos enlazadas.
:+ :+ :+
(ough lo hice de nuevo)
instantaneamente uno asocia a la protagonista con la escriba
y su acento ibérico en la palabra
me sorprende
(haga como don Julio)
igual le queda bien seora
y no voy a argentinizar su relato.
algunas cuestiones:
¿el moska ese era el hermano?
¿por que la madre no podía haber puesto el almuerzo a medio cocer o darle alas a su niña?
sin más la saludo atte
rsa
La idea de darle alas a la niña es buena, pero hubiera llevado el relato por otros derroteros. Y Oskar no era su hermano, sino su primo.
B&A
p/d: acabo de hablar con Julius-ya-no- Manco y veo que conserva aquellos viejos discos de pasta, de principios de los 60 grabados por el coro de mi padre......... ¡¡¡o lalá!!!, estoy contentísima.