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La víctima feliz

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Post escrito en 2007, desde Madrid, y nunca publicado hasta hoy. Recuerdo bien mi cuarto o quinto paseo como víctima feliz por una gran superfície (un mall a la europea) si es que lo era. Puede que fuese el H&M de Madonna o el Zara, no estoy segura. Estaba eligiendo un jersey -una monada de ésas completamente inútiles que dan la impresión de abrigar, pero que sólo adornan- cuando me entró la náusea. Náusea con vahído, y la sacudida de la desrealización. Nunca había experimentado algo así, y me asusté. Pero hablemos de la víctima feliz. Contradictoria definición, ¿verdad?, una víctima feliz... Al hablar con la gente llama la atención que se haga tanto hincapié en la posesión de una hipoteca. Hasta hace un tiempo -no más tres años- tener una hipoteca era señal de prosperidad a largo plazo. Señal de solvencia, de un trabajo estable, de fiabilidad, y por supuesto, de obtención de créditos. La hipoteca era un bien -vaya paradoja- del que uno podía jactarse con un tono ent...

El puerto

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El puerto de Mar del Plata tiene el encanto de lo decadente. Naranja y apático, al puerto se baja por la perla de una lágrima. Es pequeño, una lengua exigua de mar, un charco ceboso sin horizonte a la vista, mi capitán. Me fumo un cigarro sentada en el muelle, viendo cómo un viejo lobo le comenta a su amigo el alza de los precios… viste, boludo, sentado en la proa sobre el gran nudo de amarre. Y pasa un pato, quizá una gaviota empetrolada. El animal aterriza en el charol verde oscuro del agua y algo debe pillar, porque come. Mi objetivo es dejar que transcurra. Darme un paseo por ahí. Toda mi infancia, hasta en mis sueños, estuvo marcada por ese puerto. Tengo el vago recuerdo de una niña cayendo al agua en una cesta de pesca… ¿sería yo? Mi madre no recuerda el supuesto, yo sí. Siempre don Conrado, reza el nombre de pila de una honorable barcaza naranja chillón. Lo anónimo se hace mítico, Hemingway estaría encantado. Siempre don… quien sea, hay un código entre los pescadore...

La araña frágil

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La interactividad es un concepto nuevo que no existía antes de la era Internet. El hiperespacio es multidimensional. De esta coyuntura surgen términos como blogonovela o ciberpoesía , y empiezan a salir a la calle libros en papel de escritores que antes estaban en Internet. A la vez, se retorna al incunable: gente creando libros-objeto que se venden en galerías de arte: que es lo que son los libros-objeto, piezas verdaderamente artesanales, códices del siglo XXI. Lectores entusiastas comentando una blogonovela, y no sólo eso : re-haciéndola en su propia exégesis. Al abolirse la línea vertical que sitúa al Autor por encima del anónimo lector -no olvidemos que el escritor antes de autor ha tenido que ser lector, o cuanto menos, oidor-; ambos tienen la posibilidad de interactuar. A la pieza literaria en cuestión se le podrá añadir, además, un vídeo, un background o un repertorio de links. Al abolirse la verticalidad de las jerarquías, lo que cambia es el vínculo. La interacti...

Mar del Plata (II)

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Era necesario entonces organizar una villa cuya inutilidad económica y dificultades de acceso la convirtieran en algo exclusivo. Carlos Bozzi, Mar del Plata: ¿cien años de una ciudad sin futuro? Una reminiscencia amable: el albor de una tarde de domingo, siendo ya Año Nuevo. En la mesa de la cocina todavia hay restos del festín. Mientras los hombres se acuestan a una siesta, mamá, la abuela y las tías comienzan a lavar los platos. Se hace todo muy sigilosamente, en un silencio casi reflexivo, como resignado, de final de fiesta. En el patio, la burbuja envolvente del sol invita a echarse una caminata por el barrio. Cuatro de la tarde, hora de siesta. Mamá me toma de la mano, su piel huele a colonia y a pan de jabón. Mi abuela va despacio, tocándose el broche toledano que lleva en la solapa de la blusa, lado izquierdo. A mi derecha va un niño canijo sacando mandibula con un gesto perruno. En el trayecto ha improvisado un bastón con una rama de acacia, y pretende ha...

Séptimo cielo (o delirio subterráneo)

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… y Dios creó el séptimo cielo, diciendo: “dejad que entren todos”. E hizo que fuese vigilado por la puta y el avión. Patti Smith El apóstol Armstrong miraba la Tierra desde su puerto lunar y soltó un versículo memorable: “¡Vaya! ¡Tan grande que parece desde adentro y desde aquí no es más que una canica!”. En La guerra del fuego , de Jean-Jaqces Annaud, unos neandertales son atacados por una tribu hostil. Mientras huyen, el chamán pierde el fuego y la pequeña comunidad se ve obligada a enviar un comando de hombres jóvenes en busca de ese bien precioso que han heredado, y que no saben cómo producir. Durante su periplo en una tierra que desconocen, nuestros héroes están a punto de palmarla en varias ocasiones. Pasan hambre, miedo y soledad, se enfrentan a bestias salvajes, son capturados por enemigos, consiguen escapar y uno de ellos -el más apto- tiene tiempo incluso para enamorarse. Aunque en la película el fuego llega con el amor -en una analogía maravillosa será s...

Mar del Plata (I)

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Tomé la costa de este Río de la Plata en la mano, unas veces a la vista de la costa, y otras metiendome cinco o seis leguas tierra adentro. Fui a dar a la costa del mar del norte, de sesenta leguas del puerto de Buenos Aires. (Juan de Garay, 1540) Trato de imaginarme cómo debía ser la pradera antes de que se pusiera el primer ladrillo. Cuentan que la playa estaba llena de lobos marinos, y que los indios usaban el cuero para hacer alforjas y venderlas en Buenos Aires. Cuentan que el viento era fuerte, y que ya desde el primer momento se supo que la costa iba a dar bonanza. Llegaron los jesuitas con su plan de ajuste ideológico. Aunque intentaron reducir a los indios, asegura el padre Cardiel que estos resultaron ser inconvertibles. Las tribus de pampas y serranos venían criando ganado nómade desde tiempos inmemoriales, antes de que llegaran los invasores. Cuando no se pudo reducir o esclavizar, hubo que negociar. Las reducciones jesuíticas fueron saqueadas, quemadas y fina...

En la boca del diablo

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A la memoria de Lucas Menghini Rey y de las víctimas de la tragedia en Once. Dedicado también a los activistas de todo el mundo que luchan por los bienes de la Tierra. La mujer del pantalón de fajina se tumba en medio de la ruta resuelta a cortar el paso a los camiones. No hace nada, no se mueve, pero se retuerce y se mueve, lucha. Igual la sacan. Ciego de rabia -o de miedo- un ezbirro de la Barrick Gold se arrebata delante la prensa. Levantan a la mujer entre dos hombres y la dejan a un costado de la ruta como un fardo. Ella se levanta y vuelve a tumbarse delante de los camiones. Los hombres vuelven a sacarla. Mujer de pelo largo con pantalón de fajina. En El Dorado el agua vale más que el oro. Esto no es una epifanía revolucionaria, aquí se lucha por el agua. Los restos de una mina abandonada en la provincia de San Juan, Argentina, allá por el 46. Un viejo ingeniero de piel oscura se pasea tristemente por los restos de un cenagal de agua y azufre: “Ácido sulfúrico”...