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Por si las moscas

Hoy mientras escribía en el codichoso azulejo apareció, se filtró, se materializó de forma inexplicable (ya que tenía todas las ventanas cerradas, o eso creía), una mosca. Mejor dicho, un moscardón. Aunque ahora que reviso el diccionario me entero de que el moscardón es o puede ser una mosca cuyas larvas se crían en el estómago de algunos mamíferos, especialmente caballos y asnos y por aquí esa fauna es prácticamente inexistente, pues diré que en realidad no entró un moscardón, sino un moscón, que es una mosca algo más grande de la normal y corriente mosca de cualquier hijo de vecino, pero que además zumba, y zumba de un modo tan insoportable que por muy grande que sea tu adicción a las pantallas, pues saltas de la silla y vuelas a coger el Raid mata moscas y mosquitos, que ya sabemos que los mata bien muertos. Y como todo ser humano mayor de cinco años y con una larga experiencia de convivencia con estos seres insignificantes que zurcan la quinta dimensión del aire, yo sabía que cuand

Adriana Varela, tanguista: al rescate de la pulsión gregaria

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Esto es algo que encontré por ahí y que me gustó: “El tango está pasando por el mismo fenómeno por el que pasó hace añares el jazz. El mundo se apropió del tango, hoy es universal, ya no nos pertenece. Y el fenómeno se dio con más polenta todavía que el del jazz. Además, el tango responde a esta necesidad imperiosa de estar con otro, esto que es tan complejo hoy en día, estar acompañado. El sistema nos vendió espejitos de colores y nos dejó solos con una computadora, por decirlo primariamente. Y el tango es esa tijera que separa el mundo individualista o hedonista del mundo acompañado, el de un chabón cazando a una mina de la cintura, o a un tipo, no importa. Hay algo fuerte que se produce en el rito de la danza. El tango es pulsional, no pasa por lo intelectual, tiene que ver con el eros. Los grandes filósofos hablan del tango como fenómeno erótico. Eso es lo que ven los extranjeros y nosotros no, porque lo tenemos tan cerca.”Lo dijo Adriana Varela. Gran valor.Esto es algo que encontr

Poliandria: mujeres con + de un marido

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Muchas mujeres de una región remota de la India protagonizan una ancestral costumbre en vías de extinción: la poliandria. Los hermanos varones aceptan compartir esposa para no dividir la tierra familiar Taro tiene 36 años y está casada con los hermanos Musha, de 45 años, y Dalau, de 37. Juntos tienen cuatro hijos. Sentada con las piernas cruzadas en el suelo de su casa y fumando un cigarrillo casero, cosa que las mujeres sólo pueden hacer en su aldea, Laxmi se ríe a carcajadas. Tiene 40 años y tres maridos... Hemos llegado a un lugar conocido como El Interior, una zona extensa y tranquila en el corazón del Himalaya. Ésta es una de las últimas regiones del mundo donde persiste la antigua práctica de la poliandria, el matrimonio de una mujer con varios hombres, casi siempre hermanos. Kuwanoo es una de las aldeas más grandes de la zona; se encuentra a unos 100 kilómetros de la ciudad india de Dehra Dun, antiguo bastión Raj que presume de selectos colegios públicos y prest

La chica de cartón piedra

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Cada vez que se mira al espejo, la chica de cartón-piedra siempre se ve gorda. Ha bajado de los 65 kilos a los 60, de los 60 a los 55, de los 55 a los 50 y de los 50 a los 45. Y a pesar de que cada vez se parece más a los maniquíes que ve en los escaparates, ella se sigue viendo gorda. ¿Quién va a quererla así?¿Quién va a mirarla, si ella misma siente repugnancia cuando se mira al espejo? El ojo del que mira sólo ve en ella una bola de carne informe sin sexo ni edad y ningún atractivo, alguien que desea convertirse en otra cosa. En cualquier cosa, menos en lo que es. PeRo, ¿QuÉ sE EsCoNdE DeTrÁs dE toDa eStA pArAfErNaLiA? SeR OtRa. O No SeR. La chica de cartón-piedra quiere ser delgada. Delgadísima. Quiere ser como Keira Knightley. Parecerse a Paris Hilton. Estar hecha de cartón-piedra, de fibra, de plasma o de celuloide. Engrosar el listado de criaturas de Aushwitz que pululan por Internet bajo los titulares de anorexia.com. Odia la carne que hay sobre sus huesos. Odia l

El arte de vender buzones abiertos y cerrados

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"El hombre del año" no será una buena película, pero tiene un par de comentarios de lo más jugosos. El primero lo pronuncia Jeff Goldblum, que en la ficción es el presidente de la Delacroy, una empresa encargada de realizar el conteo de los votos en las elecciones presidenciales mediante un sistema innovador que al final acaba fallando: La percepción de la legitimidad es más importante que la propia legitimidad en sí , le dice en tono de amenaza a Laura Linney, la trabajadora que descubre el fallo. La otra frase la suelta Christopher Walken, el manager de ese gran comediante (Robin Williams) que por un error de sistema es elevado a presidente: La única diferencia entre la verdad y la ficción es que la ficción tiene que ser creíble.  Los dos hablan más o menos de lo mismo, y resulta irónico, si pensamos que el primero es un empresario sin escrúpulos, y el segundo un hombre del espectáculo. Al cínico razonamiento del primero se le añade la frase no menos cínica del

Guayasamín

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Pintar es una forma de oración al mismo tiempo que de grito. Es casi una actitud fisiológica, y la más alta consecuencia del amor y de la soledad. Guayasamín pulsa una cuerda terrestre. Photo/post: Oswaldo Guayasamín, Ternura . Óleo s/lienzo.

Shortbus

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Chico ama a chico que se masturba en posición yogui. Sexóloga lo hace con su marido sobre un piano pero nunca ha tenido un orgasmo. Dominatrix domina-hombres porque no quiere hacerlo. Travesti cantante de music-hall está de vuelta de todos los paraísos e infiernos posibles. Reunión de chicas extrañas en una sala del Shortbus, club liberal donde la gente se ama/coge en todas las formas imaginables e inimaginables. Chico y chica hacen el amor en medio de una orgía y dan clases de orgasmo a mujeres solitarias. Un viejo ex alcalde de la ciudad inteligente y cachondo como pocos dice: “Nueva York es el único sitio donde las personas van para ser perdonadas”, y se deja abrazar por un hermoso chico gay. En Shortbus, nadie lo hace a espaldas de nadie. El planteo moral de esta película es francamente jugoso. Para empezar, todas las escenas de sexo son reales. Podrán sorprender, pero no ofenden. El autor ha sido lo bastante audaz como para sugerir que la infidelidad es innecesaria cuando h

La vida de los otros, de Florian Henckel-Donnersmarck

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Dir. Florian Henckel-Donnersmarck (Oscar 2006 Mejor Película habla no inglesa) Tres personajes: HGW 20/7 es un funcionario de la STASI (organización de policía secreta de Alemania Oriental) que ha sido entrenado para interrogar y controlar a los posibles enemigos del régimen. Su entrega al partido y su eficiencia como verdugo son totales. Para conseguir que los sospechosos confiesen, no se vale del método de tortura más doloroso pero sí del que quizá sea el más efectivo: los interroga durante horas sin tocarles un pelo hasta que, vencidos por el miedo y rendidos de cansancio, sus víctimas ceden. Con el transcurrir de la historia, vamos viendo que HGW no tiene vida propia, ya que su existencia consiste en vigilar las vidas de los demás, tanto cara a cara como ejerciendo el espionaje a través de un sistema de escuchas. HGW es un hombre frío, triste, solitario y obediente, cuyo único aliciente en la estéril vida que lleva es su trabajo, y se nos presenta como el más exacto y ominoso pa

Mundo-cíclope

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El cíclope, de Tim Biskup . LA TENDENCIA A VERLO TODO DESDE UN SÓLO PUNTO DE VISTA

Yo quiero

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Quiero un hombre que no sea de cartón; vamos, que no vaya por la vida con la rigidez de quien tuviera la médula rellena de papel encolado. Quiero sus huesos expuestos a mi escáner sexual. Quiero un hombre que se le vea venir; y que llegue con sus pies, porque no quiero un BMW sino un hombre. Tengo un mic que resiste tormentas y huracanes, pero: quiero un hombre al que no le importe formatearme (¿técnico informático? noooo… es sólo una metáfora) ya que conservo mis drivers cuidadosamente guardados y no se pueden bajar por Internet. Quiero un hombre que no le tema a su sombra. Y que no se asuste con la mía. Quiero un hombre… cómo te diría, a quien le gusten las mujeres con carne sobre los huesos y las carcajadas estridentes. Le quiero con la voz rota y biorrítmos de búho. Es ImPrEsCiNdIbLe qUe AnTeS Se hAyA DeJaDo dEsLUmBrAr. Quiero un hombre que me engendre, y que se deje engendrar. Que le encante cocinar y comer en la cama los domingos por la mañana, y los lunes, y todos los

Venecia homo-shocking

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E ra diciembre y caía una llovizna pegajosa. Tomaba vino blanco con soda en una trattoría de la piazza Margherite. Mientras los japoneses sacaban fotos de la catedral de San Marco, a mí me dio por fotografiar recovecos, puertas a ras del agua, picaportes, paredes descascaradas, tendederos, galerías fantasmales... Estuve volviendo a la misma trattoría durante una semana seguida, que fue el tiempo que me quedé en la ciudad. Mi bolsillo no daba para más, pero yo tenía que verla. Caminarla. Olerla. Si Venecia fuera hombre su fragil osamenta no habría resistido el paso de los siglos. Pero es mujer, y dilata. Mi padre nació a unos veinte kilómetros de allí, y como parte de su familia se quedó en Italia, me acuerdo perfectamente de las postales en acordeón que llegaban a Argentina y de un viejo boli azul que tenía una góndola diminuta dentro de una burbuja de aceite que decía Ricordo di Venezia. Igual que las ilustraciones que veía en los cuentos made in Spain que me compraba mi madre,

Vox populi / Cultura popular

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En un artículo de la revista El guardián , el crítico de arte Adrian Searle se preguntaba qué debemos esperar de la cultura norteamericana. Reproduzco parte del artículo que fue publicado el año pasado por El Cultural del diario El Mundo. La negrita es su texto y el resto es mío:  Debería haberme recordado a mí mismo la escasa respuesta a la situación del arte británico últimamente. Sin embargo, igual que hice cuando visité la Bienal del Whitney en Nueva York esta primavera, acudí a todas estas exposiciones con la esperanza de encontrar no sólo un poco de controversia y malestar cultural, sino un arte que reaccionara ante la presente situación, ante la usurpación que se está cometiendo con nuestras libertades personales, el clima de desconfianza y terror, los dobles raseros morales que se están aplicando, y la erosión del contrato social, que se está convirtiendo en algo mucho más mezquino. Quizá pedía demasiado.  (Simple, amigo. Tanto el arte norteamericano como el europe

Ojos que te ven (y te junan)

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España es un país real. Argentina, en cambio, es una noria fantástica (Antonio Birabent).  A los argentinos NOS ENCANTA el rock. Y tanto, que cuando va una banda internacional los matamos a botellazos o le arrancamos a mamá el tohallero de losa que tiene en el baño y se lo tiramos por la cabeza al cantante como muestra de atención. Allá las bandas no se llevan souvenirs, se llevan tohalleros, palos y pedazos de piedra del Aconcagua. Yo me acuerdo una vez que tocaron los Redondos en Mar del Plata y la destrucción fue masiva: arrasaron todo desde el estadio donde tocaron hasta el centro de la ciudad; se destruyeron escaparates, portales, coches... la policía no daba abasto. Por suerte yo estaba en España, pero me lo contó una amiga por carta. Hasta donde yo recuerdo, junto con el fútbol, el rocanrol era la gran pasión nacional. Y cuando hablo de pasión, estoy hablando de pasión en el sentido más amplio e hipotalámico de la palabra, que no es cosa del neocórtex sino del otro, del cer

La legitimidad de los mundos

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¿Habeis oído hablar de John M.Hobson?¿No? Pues yo tampoco, hasta que me dio por investigar la historia de ciertos conceptos y apareció su nombre en la Wiki. El hombre afirma que en el siglo XIX la cultura europea dividió a la Humanidad en tres mundos que correspondían a tres razas: el primer mundo europeo de la raza blanca (y por lo tanto libre de sospechas), el segundo mundo bárbaro de la raza amarilla (amarillo como la rabia, que es bárbara por naturaleza) y el tercer mundo salvaje de la raza negra (peor es ser salvaje que bárbaro, y está claro que todo lo que no se entiende se archiva en el cajón de lo prohibido, que siempre es feo, malo y oscuro). Me pregunto dónde se nos habrá incluído a los iberoamericanos, que no somos ni amarillos ni negros sino más bien pardos. Pero ése es otro cantar. Parece que la cosa siguió, y fue Alfred Sauvy, quien por esas cosas del destino, volviera a utilizar esta clasificación (...) en tiempos de la Guerra Fría, para designar con el nombre de